Crónica por César Vega
Para
variar voy a empezar una crónica por la conclusión final. Cuando no
estás lo suficientemente preparado, no compitas, en el peor de los
casos te lesionas, y si eres afortunado y tu cuerpo resiste,
simplemente sufres como un perro.
Y
eso último me pasó a mi en Riaño en una prueba ejemplar, de 11,
buena (organización ejemplar), bonita (entorno maravilloso) y barata
(70€ por un ½ IM es un precio más que competitivo). Se supone que
un VT1 no solamente lo es por edad, sino también por la experiencia
acumulada y en mi caso (con experiencia ya en estas distancias) sabía
positivamente que no estaba para correr una media maratón y menos
con el circuito tan duro que nos obsequiaron, pero no adelantemos
acontecimientos y vamos a la prueba.
Se
nadaban los 1900 en el pantano de Riaño con agua muy fresca. A pesar
de ser el pantano más grande de Castilla y León nos empeñamos en
ir todos juntos y en la primera vuelta nos dimos más golpes que en
el canal de Castilla, ya en la segunda se abrieron huecos y pudimos
nadar a nuestro aire. Yo consciente de mis limitaciones me dedique a
conservar y salí con unos 40 minutitos, un poco peor de lo previsto,
pero aceptable.
Mención
aparte merece la primera transición que se desarrollaba en la cuesta
de acceso al pantano con una pendiente superior al 10% y donde era
literalmente imposible (y así nos avisó Amancio) hacer una
cabalgadura descalzo. Hubo quién optó por subir la cuesta descalzo
(craso error por las piedrecitas que se clavaban) y otros optamos por
cabalgar calzados que creo que fue la mejor opción ya que adelanté
en la cuesta a unos pocos “corredores”.
El
circuito de bici era engañoso ya que constaba de tres vueltas sin
grandes desniveles (para estar en medio de los picos de Europa) pero
con un continuo sube-baja que daba un desnivel positivo de 400 m por
vuelta que no es moco de pavo, a eso se le unía un continuo viento
(generalmente lateral) que hacia que gastases más de lo que creías,
creo objetivamente que hice un buen sector adelantando a unos 10
ciclistas, alimentándome correctamente (la experiencia es un grado),
y relajando los últimos 7 km para llegar lo más fresco posible a la
carrera.
Y es
en la carrera donde por este orden pequé y peté. Una microrotura de
fibras en el gemelo me había tenido casi un mes si correr ni un
metro, y aún así sabiendo que no estaba preparado me presenté en
la prueba, mi primer pecado fue la avaricia, fui porque lo había
pagado. Es cierto que me apunté en marzo y que tenía bien
planificado el entrenamiento para llegar bien, pero si las
circunstancias cambian hay que ser lo suficientemente maduro para
adaptarse. No obstante una vez que estaba en la prueba me dije, venga
nadamos, hacemos una buena bici y me retiro con dignidad antes de
correr, y ese fue el segundo pecado, la soberbia, el creer que una
buena forma física general vale para todo y evidentemente no es así,
la capacidad física es limitada.
Y
más con la encerrona de la media maratón que nos metieron, para los
que no conocen Riaño, os lo resumo: Sólo hay dos direcciones,
cuesta arriba y cuesta abajo, además al estar encajonado entre la
carretera general y el pantano, el espacio es muy limitado por lo que
el circuito era de 5 vueltas demoledoras donde sólo pensabas en lo
que te queda.
La
primera vuelta ya vi que lo que me esperaba era un infierno, a pesar
de ir corriendo me iban adelantando compañeros, el apoyo de la
familia y de todo el público (impresionante) me hizo tomar una
decisión que todavía no se si es la correcta, terminar cueste lo
que cueste y claro en la segunda vuelta (de 5) peté, me marqué la
obligación de subir andando los cuestones e ir trotando a mi ritmo
el resto del recorrido, y así hasta el final, sufriendo como no lo
he hecho en mi vida. Evidentemente a ritmo de peña de San Antolín
el gemelo no me dio ningún problema y tampoco es consuelo que el 80%
de los corredores en sus últimas vueltas también terminaran
andando, hacer una media maratón en más de 2 horas y 10 minutos es
indigno, no ya por el tiempo en sí, sino por la certeza previa de
que sabia que esto me sucedería, y es que llegado cierto momento,
terminar no es lo importante, e incluso el tiempo final o el puesto
es relativo, uno compite por estar contento consigo mismo y yo desde
luego en esta ocasión no lo he estado.
Como
nota positiva, además de recomendar este triatlón a aquellos que si
que estéis preparados, si que estoy satisfecho de mi capacidad
psicológica para seguir corriendo sabiendo que me faltaban más de 15
km de auténtico infierno.
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